Se sigue hacia el sur por El Burgo de Osma para entrar en la provincia
de Segovia. Son las tierras donde se obtenía la mayor parte de la lana
merina fina tan apreciada en los mercados europeos. Son impresionantes sus lavaderos y sus ranchos de esquileo, donde podían llegar a esquilar
en plena temporada más 100.000 ovejas en uno solo de ellos.
Alcanzaron su momento culminante
en el siglo XVIII con el pleno auge de la ganadería trashumante en Castilla. Situado
sobre como se obtenía y se transportaba la lana. El que fue el principal centro
de negocios de la época que tratamos: Medina
del Campo. Para conocer todo lo
que supuso, está el Museo de las Ferias. Por su parte, Medina
del Campo encabezó las actividades económicas de la Península Ibérica cuando su
feria tomó relevancia europea desde el siglo XIV.
Inicialmente el mercado de lana y posterior mente el comercio de paños, sedas, tapices y bordados hicieron de ella el centro de contratación textil más importante de Castilla. En 1491 se declararon Ferias Generales del Reino por parte de los Reyes Católicos. Las convocatorias feriales anuales, en mayo y octubre, eran inicialmente grandes mercados francos de transacción de productos, pero evolucionaron con el tiempo en reuniones financieras. Junto con mercaderes burgaleses, bilbaínos, sevillanos, catalanes eran numerosos los agentes de grandes casas de finanzas de Amberes, Lyon, Génova, Florencia o Lisboa que acudían a Medina del Campo. De este modo, el protagonismo de los feriantes y mercaderes de los primeros tiempos pasó a los hombres de negocios, cambistas y banqueros que endosaban créditos, contrataban grandes partidas, ordenaban pagos, enviaban cartas de aviso y, sobre todo, giraban letras de cambio.
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