CALZADA
DE LA PLATA
A pesar de la importancia de primer orden que tuvo esta línea de
comunicación del Oeste peninsular, la bibliografía al respecto es exigua y el
deterioro que va sufriendo el patrimonio ligado a ella hace cada vez más difícil
su seguimiento. El testimonio de viajeros y eruditos en búsqueda de los miliarios,
mansiones y demás restos arqueológicos que jalonaban esta vía, así como los
trabajos universitarios de finales de siglo, son la escasa base para su
identificación. La calzada romana surge ante la necesidad, por parte de las
tropas romanas, de un camino sin obstáculos que agilice su avance en la
conquista del Oeste peninsular. Utilizando la antigua senda tartesia - que
desde la actual Andalucía se adentraba por el occidente hacia la Meseta - se construye
la calzada militar, guarnecida con plazas fuertes desde Medellín hasta los
alrededores del Puerto de Béjar. Cuando se impone la Pax Romana vira el interés
de los invasores hacia el oro de las tierras el Noroeste y así surge, con todo sus
esplendor, la Calzada de la Plata. Con una anchura de cinco metros, tres capas
de afirmado y cada milla un miliario de dos metros de altura, el trazado
primitivo llegó a conservarse en gran parte hasta el siglo XVIII. Cada 20 ó 30
kilómetros se establecía una especie de posada, llamada mansio, algunas
de las cuales han permanecido a través de los siglos y han evolucionado a
núcleos importantes de población como por ejemplo Emérita Agusta (Mérida),
Salmantice (Salamanca), Ocelo-duri (Zamora), Brigaecium (Benavente) y Asturica Augusta
(Astorga). Conservada con cuidado por los emperadores romanos, pierde su
importancia cuando la monarquía visigoda se establece en Toledo, es espectadora
muda de las luchas con los árabes en el pro-ceso de la Reconquista y, a pesar
de todo ello, en el siglo XIX sigue siendo, un gran parte del trazado, el único
camino general por el Oeste península, hasta la construcción a finales del
mismo de la línea férrea Plasencia -Astorga. Su deterioro final se cifra en
desuso de la misma por la aparición de las carreteras, siendo la N - 630 la
moderna "calzada" que, apropiándose de su nombre, ha dejado quizás
sepultado bajo su asfalto parte de su trazado pero no su historia ni el patrimonio
a ella asociada. El estudio detallado del trazado histórico de la calzada de la
Plata se debe a José Manuel Roldan Hervás (Catedrático y Director del Departamento
de Historia antigua de la Universidad Complutense de Madrid) quien ha plasmado sus
investigaciones entorno a esta vía en su libro Iter ab Emérita Asturicam.
También hay que tener en cuenta las indagaciones realizadas por el ingeniero de
caminos norteamericano Ernest Loewinson que aporta datos novedosos y complementarios
Así como los magníficos trabajados de Isaac Moreno Gallo, Juan Gil y Diego Miguel
Muñoz Hidalgo.