martes, 23 de abril de 2013

Caminos Medievales





Los Caminos Medievales.
El trazado y construcción de caminos progresó poco, durante la Edad Media. Se conservó prácticamente la técnica de la construcción de los caminos romanos, tanto por lo que se refiere a sus características, como a su pavimentación. La técnica de los vehículos avanzó poco también, aunque algo se perfeccionó respecto a la época romana, iniciándose el estudio del vehículo como tal; Leonardo da Vinci  fue el primero en estudiar el fenómeno de la adherencia del vehículo y el firme, así como el movimiento de tierras. En el siglo XIII, en Francia e Italia, existía un imperfecto servicio postal, destinado a mantener las relaciones entre los escolares y sus familias, y al transporte de la correspondencia entre los príncipes y señores; sin embargó, el verdadero servicio postal no se inició hasta el siglo XV.
La velocidad de los vehículos era de 30 a 40 km. al día para el transporte normal, y 60 km. para el transporte rápido, en viajes largos. En la Edad Media se construyeron obras de arte importantes, así como algunos túneles para salvar macizos montañosos. El trazado de la mayor parte de las carreteras, siguió teniendo carácter esencialmente guerrero, para unir puntos estratégicos fortificados del país. En Centro Europa, durante la época del Sacro Romano Imperio, la amplia visión política de Carlomagno, hizo que se construyesen algunas vías de gran longitud, con fines militares, e incluso en la dirección de las grandes corrientes comerciales.


Viajar en la Edad Media ofrecía grandes dificultades, pese a todo el tráfico por los caminos europeos era muy alto. Existían múltiples motivos para viajar: comercio, peregrinaciones, relaciones diplomáticas, desplazamientos militares, deseos de conocer mundo, etc. Los caminos, en general, eran de tierra y estaban muy deteriorados. Los desplazamientos se hacían a pie, en caballerías, carros, y más tarde, en coches, literas, etc. El viajero tenía que sortear numerosas dificultades y peligros: atravesar bosques, ríos y montañas, enfrentarse a los ataques de bandidos, soportar incontables peajes, alojarse en incómodas e inseguras ventas y posadas. Pero no todo eran calamidades, también el viajero obtenía compensaciones de variada índole: económicas, culturales y personales.

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