Aldeas y pueblos que, después de una larga historia, se han
apagado en transcurso de la mitad del siglo pasado, sin
hace ruido y con la mansedumbre del que ve que su tiempo se acabado, ante
la indiferencia.
Hasta no hace mucho tiempo, esos pueblos estuvieron llenos de vida,
ocupando mapas por derecho propio y
dando aliento y sentido a una forma de vivir que parece no tener sitio en este milenio.
Borrados del mapa algunos y otros convertidos en residencias de fin de
semana o verano, es el momento de recordar su pálpito natural, su pasado,
aunque nada mas sea por rendir homenaje a tantas generaciones de burgaleses
perdidas u olvidadas en el medio rural.
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