La presencia activa de un hábitat agrario en
el territorio de Las Merindades puede remontarse al Neolítico, época a la que
pertenecen diversos yacimientos arqueológicos. Una ocupación mantenida con
posterioridad, con innegable presencia romana. E igualmente parece innegable la
crisis de este primitivo poblamiento en una época no precisada, que llevará
consigo el abandono e incluso la revalorización del hábitat troglodítico
El poblamiento que hoy conocemos, en líneas
generales, tiene su origen en la Repoblación, un proceso generalizado en todo
el territorio a partir de la segunda mitad del siglo VIII, como consecuencia
del reflujo hacia las montañas de los huidos de tierras meridionales.
La mayoría de los núcleos de población que han
llegado hasta nosotros ya existían en el siglo XII. Se produce en aquellos
siglos una continuada ocupación que convive también con el abandono de otros
muchos núcleos de población, en un proceso continuo de hacer y deshacer que
nos habla de la inestabilidad de un hábitat minúsculo, pero que se irá
estabilizando en el paso de la Alta Edad Media a la Baja Edad Media, hasta
permitir la consolidación definitiva del hábitat de este territorio. Es en los
siglos XII y XIII en los que el territorio de Las Merindades alcanzó el más
alto nivel de población de todas las épocas
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