Las abundantes cavidades existentes en la comarca sirvieron de cobijo
para albergar a nuestros antepasados. Los testimonios más remotos,
pertenecientes al paleolítico, los encontramos en las cuevas de Ojo Guareña y
en las de Penches.
4.000 años, nuestros antepasados comenzaron a abandonar las cuevas y
fueron cambiando su forma de vida. Los restos más representativos de esta etapa
se localizan en el conjunto de dólmenes de corredor de los Altos y el Valle de
Sedano, entre los que destacan el de la Cotorrita, el Moreco y las Arnillas.
La presencia romana se testimonia con la villa agrícola de San Martín de
Losa, la explotación salinera de Salinas de Rosio y las importantes calzadas
que tuvieron como objetivo el de comunicar los puertos cantábricos con los
núcleos del interior. El final de la época romana, en el siglo V, estuvo
marcado por la construcción de la fortaleza de Tedeja, que según los últimos
estudios sirvió de control de paso y defensa contra los pueblos bárbaros que
llegaban del norte
En la Alta Edad Media los cántabros y vascones dominan estas tierras. El norte es el reducto contra la invasión musulmana, que llegó a diferentes puntos de la comarca, como Frías, Oña o Medina de Pomar
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